Elegir un colegio para nuestros hijos no es una tarea fácil ni una decisión que se puede tomar a la ligera, ya que el colegio será el segundo hogar para el niño, aquí será el lugar donde se desarrollará y crecerá, socializará y tendrá una primera mirada del mundo exterior.
Por eso debemos plantearnos algunas preguntas sobre lo que buscamos en la educación para nuestros hijos, y para esto debemos echar una mirada al pasado y recordar que fue lo que a nosotros nos dejaron nuestros primeros años de educación, que fue lo que aprendimos, cómo nos hubiera gustado aprenderlo y cómo podría ser mejor para nuestros pequeños.
En mi experiencia personal, el colegio fue siempre un lugar aburrido, frío y también un poco estresante, para mí lo más interesante fue socializar con otros niños. Aprendí lo básico, a leer, escribir y las operaciones matemáticas, pero…
Con lo que realmente aprendí, fue con lo que aplicaba y experimentaba cada día.
La educación tradicional quedó obsoleta
En este mundo moderno la educación tradicional quedó obsoleta (sino es que ya lo estaba), actualmente no son necesarios tantos años de repetición y memoria porque toda la información está al alcance un clic, los ciudadanos no valemos en el mundo laboral por la información que memorizamos sino por nuestros talentos, habilidades, la manera de resolver problemas y las nuevas perspectivas que podamos aportar a la sociedad, este es el tiempo de la diferenciación donde lo que vale es que tan original e innovador pueda ser lo que aportamos, el poder tener una visión más amplia de las cosas y tener un pensamiento diversificado.
¿Pero cómo podemos desarrollar esta nueva forma de ser, si estamos obligados a memorizar, a repetir, si crecemos en un ambiente de comparación y calificación?
La escuela tradicional no se adapta a las capacidades y elecciones de cada niño, sino que impone una forma de pensar y de elegir, que produce ciudadanos inflexibles con dificultad para pensar por sí mismos e innovar, la escuela tradicional sólo repite un patrón de conducta de generación en generación, obteniendo como resultado sociedades con falta de inspiración y motivación para hacer un mundo más amable para todos.
Para que los niños puedan desarrollar sus habilidades natas, puedan desplegar sus talentos y descubrirse a sí mismos necesitan un ambiente seguro, donde no se les compare y no se les obligue a ir al ritmo de otros niños. La educación y el aprendizaje sólo pueden suceder en un ambiente de gozo, de juego y de libertad.
Combinación de pedagogías
Por eso en Colibrí combinamos diferentes pedagogías de enseñanza que están centradas en el niño, que es el fin último de la educación, la educación deja de ser una meta y se convierte en un estilo de vida. Queremos brindarle al niño las herramientas y estructura necesaria para que pueda ir descubriendo sus talentos y pueda ganar seguridad en sí mismo mediante la experimentación, la exploración, el ensayo y error.
Queremos que conozca sus fortalezas y aprenda a ir más allá de sus límites. Nuestra misión es inspirarlo para que él nos inspire a nosotros con un mundo mejor.
Metodología Waldorf
Combinamos la metodología Waldorf, que se caracteriza por tener una visión integrada de las materias, cada una se estudia como parte de un todo, se entrelazan y se integran a través de la música, el arte y la experimentación de estas, también utilizamos el ambiente preparado de la metodología Montessori, ya que esta le permite al niño tener una estructura y aprender por medio del ensayo y el error, el niño puede ver el error como parte fundamental del aprendizaje y la filosofía Reggio Emilia que se basa en la creencia de que los niños y niñas tienen capacidades y potencialidades diferentes y únicas, que construyen su propio conocimiento en relación con su entorno.
Dos valores muy importantes y presentes son la escucha y el respeto, motivar al niño a construir sus propios pensamientos a través de diferentes lenguajes y valorar las diferentes formas de comunicación, no solo el lenguaje hablado que los adultos tomamos como lenguaje principal, sino que se observan y valoran las muchas otras formas que los niños tienen de comunicarse, estos son conocidos como “Los cien lenguajes de los niños” y como dice Malaguzzi al finalizar su poema El niño tiene cien lenguas (y además cien, cien, y cien) pero se le roban noventa y nueve.
Todas estas herramientas pedagógicas tienen en común los espacios verdes donde los niños pueden estar en contacto con la naturaleza, el cuidado del entorno, la distribución del espacio y los materiales son muy importantes. Esta pedagogía fomenta sobre todo la cooperación entre los estudiantes y el juego como motor principal para el propio aprendizaje.
El adulto es un observador y un guía que ayuda a estimular al niño en todos sus esfuerzos. Le permite actuar, querer y pensar por sí mismo, ayudándolo a desarrollar confianza y disciplina interior.
En Colibrí no somos un colegio, somos un hogar donde cada niño es respetado, escuchado y apoyado para que pueda florecer.
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