Reflexionando sobre las causas del bullying: ¿Qué pasa con las calificaciones y la competencia en la escuela?

causas del bullying

mayo 1, 2025

¿Alguna vez te has preguntado qué impacto tiene el sistema de calificaciones y competencia en la vida emocional y social de los niños? Más allá de si sacaron un 10 o un 6, hay algo más profundo que se pone en juego: su manera de verse a sí mismos, de relacionarse con los demás, y de aprender a convivir en sociedad.

Desde la Antroposofía (la filosofía detrás de las escuelas Waldorf) y otras pedagogías centradas en el desarrollo del niño, este modelo de educación tradicional es visto con muchas reservas. ¿Por qué? Porque se enfoca en el rendimiento, en medir, comparar y competir, en lugar de acompañar al niño en su proceso único de crecer y aprender.

El impacto de la competencia: más allá de las calificaciones y el bullying

Aprender debería ser algo natural, emocionante, hasta divertido. Pero cuando el aprendizaje está ligado a una nota, muchas veces lo que se genera es ansiedad, miedo al error, y en algunos casos, bullying. La constante comparación entre los niños, ya sea por el rendimiento en los exámenes o por la cantidad de tareas entregadas, puede hacer que algunos se sientan inseguros o “menos que los demás”. Esto no solo afecta la autoestima, sino que fomenta un ambiente donde se fortalece el bullying: “si tú no sacas 10, no eres tan bueno como yo”, “tú eres el que siempre reprueba, te dejamos de lado”. En lugar de fomentar la cooperación, la competencia nos divide y crea un espacio donde los niños que no cumplen con las expectativas académicas pueden sentirse marginadosrechazados o hasta acosados.

Es importante entender que los niños que se ven involucrados en situaciones de bullying, ya sea como agresores o agredidos, están haciendo un llamado urgente a sus necesidades emocionales más profundas. Los agresores, a menudo, están expresando necesidades de amor, paciencia y acompañamiento, ya que el comportamiento agresivo suele ser una manera de canalizar su frustración, inseguridad o dolor interior. Por otro lado, los niños que son agredidos están pidiendo un entorno más seguroestructura y una mayor atención emocional, ya que la víctima del bullying frecuentemente se siente invisible o no valorada. Ambos grupos de niños necesitan adultos que los escuchen, los comprendan y les ofrezcan un espacio para sanar.

Pero la consecuencia más grande de todo esto, la más preocupante, es la sociedad violenta que estamos ayudando a construir al normalizar la competencia, la comparación constante y el rechazo hacia el “diferente”. Si los niños crecen en un ambiente donde su valor se mide por las calificaciones y el rendimiento, es probable que, como adultos, repitan estos mismos patrones, viéndose a sí mismos y a los demás a través de una lente de competencia destructiva. Es en este tipo de sociedades donde la violencia emocional, psicológica y, eventualmente, física se perpetúa, ya que la cooperación, el respeto y la empatía quedan desplazados por una cultura de «supervivencia» del más fuerte.

La escuela debería ser un lugar seguro donde los niños puedan explorar vínculos socialesautoconocerse y desarrollar sus talentos. En lugar de ser un campo de batalla de calificaciones y competencias, debería ser un entorno que fomente el crecimiento personal, donde cada niño se sienta valioso por quien es y no por lo que sabe hacer en una prueba. Es en este tipo de espacios donde los niños pueden descubrir su propio ritmo, sus intereses y sus capacidades, desarrollando una autoestima sólida que los acompañará toda la vida.

¿Es posible otra forma de educar?

Sí, lo es. Y ya existe. Pero requiere un cambio de mirada. Tenemos que dejar de pensar en los niños como productos que deben cumplir con estándares, y empezar a verlos como seres en proceso, únicos, con sus tiempos, talentos y desafíos. La educación debería ser un puente hacia la libertad interior, no una carrera por la excelencia académica.

Al final, lo que más va a influir en su vida no es si aprendieron a multiplicar en segundo o tercer grado, sino si aprendieron a confiar en sí mismos, a expresar lo que sienten, a convivir con otros, a disfrutar de aprender.

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