Una mirada al Síndrome de Down

Mirada Mía

marzo 20, 2025

21 de marzo – Día Mundial de Concienciación sobre el Síndrome de Down

El Síndrome de Down es una condición genética presente en la vida de millones de personas en el mundo. En Guatemala, 1 de cada 600 niños nace con esta condición.

Hoy tengo la oportunidad de escribirles desde el corazón. Como padres, hemos recorrido algunos años en el camino del Síndrome de Down con nuestra hija Mía. No les hablo desde la teoría ni desde los métodos, sino desde la vivencia diaria de acompañarla en sus luchas, rebeldías, avances y logros.

Uno de los mayores retos que enfrentamos como familia es la integración de nuestros hijos en un entorno que no siempre está preparado para recibirlos. Sin embargo, lo intentamos. El sistema educativo, muchas veces, se basa en modelos rígidos, homogéneos e históricos, que no consideran las necesidades sensoriales, cognitivas y emocionales de los niños que conviven día a día con el Síndrome de Down. En el ámbito social, nuestras niñas y niños pueden sentirse fuera de lugar ante ruidos intensos, cambios bruscos de rutina o expresiones no verbales que no siempre comprenden. Todo esto puede resultar abrumador y generar ansiedad, miedo o desconexión.

El proceso no es fácil. Mía es una niña que aprende por imitación y encuentra en sus hermanos y compañeros los maestros perfectos para aprender un poco de todo. Esto también ha generado en ella una gran confianza y la ha llevado a ser atrevida, incansable, inesperada, impetuosa, rebelde, contestona, exigente y perseverante.

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Sin embargo, es gratificante y esperanzador encontrar espacios educativos como Colibrí School, donde hemos visto cómo Mía es incluida e integrada en todas sus actividades. No la dejan atrás, respetan su ritmo, valoran su presencia y crean un entorno donde puede florecer. ¡Lo hemos visto! Con el acompañamiento adecuado, maestras flexibles y comprometidas, y compañeros sensibilizados y respetuosos de su proceso, el entorno se transforma… y ella también.

La integración escolar, social y emocional es posible, pero requiere compromiso, formación constante y voluntad. Como padres, es fundamental encontrar espacios donde nuestros hijos pertenezcan y crezcan. Es importante que los educadores y la sociedad abran los ojos y el corazón. Cuando incluimos, todos crecemos.

Nuestros hijos no necesitan lástima, necesitan oportunidades reales. Con amor, paciencia y apoyos adecuados, pueden desarrollarse a su propio ritmo y según sus necesidades. Porque donde hay espacio, hay posibilidad. Y donde hay inclusión, hay vida. 💛

Por: Mario y Alejandra
Padres de Mía

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